Seguramente eres una persona que se cuida. Hablo de que en estos momentos tienes una botella de agua contigo y tu bloqueador solar a la mano, ¿no? Pues entonces, debes hacerlo de inmediato, el cuerpo pasa factura.
Pero si eres de los que se cuida por fuera, también debes saber que cuidar tu paz mental y estado emocional es vital hoy en día; uno no funciona sin lo otro. Podrás estar excelente en cuanto a lo físico se refiere, pero si tienes preocupaciones excedentes, inestabilidad financiera y una carga enorme de estrés (por el motivo que quieras), entonces no estás prestando atención a esos focos urgentes de alivio interior.
Desmenucemos este tema por pasitos. El estrés es algo relativamente natural en el cuerpo humano; de hecho, es una reacción de tu cuerpo a un desafío o demanda. Siempre y cuando sea en pequeños episodios, es algo positivo; te ayuda a evitar el peligro en ciertas situaciones y te impulsa a tomar acción en determinados casos. A esto se le llama «eustrés».
Pero cuando los lapsos superan el tiempo determinado y son acumulativos, es donde empiezan a haber problemas en la salud, a nivel físico, emocional/mental y conductual. Dependiendo del estrés de la situación que estés viviendo, puede manifestarse de diferentes formas y adquirir nombres diferentes. Hoy me centraré en dos: el estrés agudo y el Burnout.
El estrés agudo es el más común y el que todos vivimos. No hay persona en la faz de la tierra que no tenga este tipo de estrés. El origen suele variar; puede ser temas del pasado, exigirse con uno mismo, etc. Es de poca duración y no suele llevar a tener altos riesgos en cuanto a la salud. Un ejemplo muy claro que a la mayoría nos pasa es cuando tenemos que llegar a cierta hora a algún lugar en específico y, por ciertos factores propios o ajenos, nos retrasamos. Empieza ese nerviosismo y presión interna que nos hace pensar muchas cosas y hasta algunas veces sentirnos culpables.
Ejemplos así puedo darte muchos, pero a estas alturas ya sabes a lo que me refiero. Suele tratarse sin ayuda médica, ya que es más por situaciones diarias a las que solo necesitamos prestar más atención y tenerlo más planeado. Si notas problemas musculares, alguna agonía emocional o problemas estomacales (muchos tienen este síntoma), presta más atención a las situaciones que te llevan a tener estos síntomas y trabaja sobre ellos. Si crees que necesitas ayuda, puedes apoyarte con alguna persona de confianza como tu pareja, amigos o familia, recursos de internet como playlist para relajarte, aromaterapia, actividades al aire libre, etc. Hay muchos recursos para este tipo de estrés, pero si aún necesitas más ayuda, siempre podrás acudir con un profesional de la salud.
No dejes que ningún estrés avance más allá de donde tú notes que no es normal, así se derivan muchas enfermedades tanto físicas como psicológicas y puede desencadenar diversos factores que pueden atentar contra tu vida.
Ahora hablemos de uno de los que se está apoderando de la mayoría de la población y que, a mi parecer, es uno de los más preocupantes: el Burnout.
Desde hace mucho, este tipo de «agotamiento» existía; es solo que jamás habíamos analizado ponerle un nombre como tal, pero de verdad ha existido desde el inicio de los tiempos. Y no me refiero al cansancio común, no; me refiero a que llega un punto en donde todo se agota y estamos en números rojos. Así es, números rojos.
Técnicamente hablando, el Burnout es «la cronificación del estrés laboral que da lugar a una sensación de agotamiento generalizado». No suena lindo, ¿verdad?
¿Y cómo pasa esto? Pues muy sencillo, en realidad. Y no solo lo describiré de una forma que pasa en lo laboral (que es lo más común), sino en una forma general y práctica.
Es cuando tus recursos personales: salud, tiempo, físico, mente y energía se drenan a tal punto que ya no puedes reponerlas. No es como descansar un fin de semana y ya está. No funciona así. Tienes que tomarte un tiempo estimadamente largo para poder reponer y construir lo que tanto se quemó. Esto dependerá de cada individuo de cómo recuperar aquello a lo que más haya agotado. Claro que si es un tema de salud, lo más probable es que tenga que ir con un médico.
En cuanto a energía, mente y demás, siempre es sugerible tomarse un tiempo lejos de aquello que fue el motivo del burnout, no saber absolutamente nada de ello y empezar con sus propias técnicas de relajación, desde yoga, salir a comer, viajar, leer, cocinar, hacer ejercicio, o incluso solo dormir (a mí me funciona esa).
Los síntomas son relativamente sencillos de identificar: falta de energía (a pesar de haber dormido lo suficiente) o incluso no poder conciliar el sueño también es un síntoma, desmotivación de ir a trabajar, ansiedad, baja autoestima, mucha dificultad para concentrarse, nerviosismo, aburrimiento, etc.
Como ves, son demasiados los síntomas por los cuales te puedes dar cuenta de que estás sufriendo este tipo de agotamiento.
Siempre es bueno pedir ayuda, desde un nivel profesional si es que lo necesitas (esto solo lo determinará un médico) o simplemente darte un buen tiempo para ti. Nunca es bueno llegar a este punto. Como mencioné, el estrés es bueno a cierto punto, pero ¡hey! No dejes que te consuma a tal grado de apagar tus sueños.
Nos escribiremos luego.